sábado, 30 de marzo de 2013

Hace unos días, a Yeray le cambió la cara, al ver a través de la valla de la escoleta, a su yayo. Tenéis que saber que a él solo lo recogen papá o mamá, siempre, y nadie más, nunca, en los tres años que lleva en la escuela Waldorf, siempre ha sido así.
El yayo se acercó, le explicó la situación. El niño no dijo nada, y siguió sin hablar todo el camino, y al llegar a casa, la yaya tampoco consiguió que hablara, ni una palabra.
Pensaban que estaba enfadado.
En el momento que empezó a comer dijo:"yaya, es que no podía hablar hasta la hora de comer porque había hecho una promesa"
Entonces, la yaya recordó, que días antes, le había leído a su nieto un artículo que salió sobre su padre, el bisabuelo del niño, en la prensa local años antes.
Entre otras cosas, contaba como Chanito el panadero, había hecho una promesa a la Virgen, consistente en ir caminando en silencio toda la familia hasta Teror, si le concedía sacar el carnet de conducir a la primera.
La yaya, mi madre, le había explicado a su nieto, mi hijo, qué era eso de hacer una promesa a la virgen.
En casa, no somos nada religiosos, aunque siempre hemos tenido una relación especial los seres mágicos, lo sutil y lo espiritual
Y en ese instante en que se asustó, pensando que a papá y mamá podía haberles ocurrido algo, a sus nueve años, reaccionó haciendo una promesa, que mantuvo hasta el final, como su bisabuelo hizo en su día.
En las fotos adjuntas está la historia, el biznieto que nombra al final es Yeray

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