Al cerrar sus ojos construye mundos que otros habitan para forjar su destino. Les sueña cada noche. Les dibuja y escribe cada día, a golpe de estilográfica y pulcra caligrafía.
Durante el invierno los descubre en las formas humeantes de un chocolate caliente, en los posos del té con menta y el crepitar del fuego.
Con la primavera sus personajes florecen, pidiéndole ver mundo, así que se convierte en juglar para sus gestas cantar, de pueblo en pueblo, de parque en parque, de calle en calle.
Llegado el verano, los castillos en la arena y los fuegos de campamento, sus primeros niños ya adultos repiten los cuentos, inventando otros nuevos, que vuelven con las brisas marinas, para ser inmortalizados con tinta de calamar y pluma de gaviota sobre efímeras esculturas en la playa.
Desde entonces, cada vez que alguien juega a la orilla del mar y su imaginación vuelve a usar, las olas capturan su historia en una caracola que llega a sus manos para ser escuchada, sentida, recordada, soñada, dibujada, amada… y finalmente, impresa para ser contada con luz tenue junto a una mullida almohada, retornando a la infancia, evocando los finales felices y el comieron perdices.
Guau!¿Pero aquí que está pasando? 429 personas alcanzadas a través de la fanpage en menos de 24horas, enpleno mes de agosto, con tanta gente de vacaciones
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